Auping

Es todo un personaje. Seguro que medirá alrededor del metro con ochenta y ocho centímetros y su ascendencia holandesa del lado paterno pero británica por parte de la madre  causa un gracioso acento que me divierte imitar. Quién sabe cuántos años tendrá, yo calculo unos setenta y cinco, nomás de puro ojo, pero seguro que si un día googleo lo averiguo. Como la vez que googlé su nombre y me encontré con esta (relativamente) vieja nota de El Universal: Jesuita se ampara contra bloqueos viales en Bucareli. Qué.
La primera vez que hablé con él me pareció un insolente, me cobró por decirme que no tomo decisiones muy racionales y que parece que tiendo a construir relaciones codependientes; la segunda vez, deliberadamente se durmió. Supongo que somos tal para cual. Una vez me dijo que soy demasiado pesada y pienso un montón pero debía intentar llevar todo más simple, ahora resulta que es muy estoico hasta que le cierran bucareli, ¿o no?
Es un cretino y le importa un carajo pero de alguna manera ahora siento que le debo algo porque cada que llego harta y quiero tirarlo todo porque me parece destruido y sin remedio, lo repara y lo pone otra vez en su lugar. A lo mejor sí tengo remedio, pienso otra vez. Al final voy a estar bien. No sé cómo lo hace pero gracias, Auping.

Bucle

Me encontré, una vez más, harta y llena de ti. Te escribo a ti pero ya no eres tú, si acaso el fantasma con el que me he retratado en un montón de escenas imaginarias en las que me creo que sí eres tú. Entonces sigo aquí, cada día más harta y todavía llena de ti.