Crecer es ciertamente extraño. Pasa el tiempo y el curso natural de la vida te atraviesa, ¿qué cosa exactamente es crecer? Se me ocurre una pronta respuesta: vivir muriendo. Perdón si no es muy brillante, nunca he sido muy brillante.
Yo pensaba que conforme se crecía y se vivía más, se comprendía más y casi por consecuencia inmediata las personas mejoraban, pero parece haber más de un salto tramposo y misterioso en este ingenuo razonamiento. ¿Crecer implica mejorar o sólo cambiar? Casi con una soberbia seguridad podría afirmar que ahora mismo soy una persona muy distinta a la que fui hace siete e incluso hace sólo cuatro años; toda la gente a la que he amado durante los últimos años ahora podría ser completamente distinta y yo podría presumir que conozco a estas personas y no conocer, de hecho, más que una pequeña parte de la vida pasada de quienes ahora no son más que desconocidos para mí. Por supuesto, esto que ahora digo no es ni remotamente original, innovador o muy profundo y gente mucho más lista que yo ha reflexionado en torno al cambio de manera mucho más seria, yo sólo estoy pasando el tiempo.
Llevo unos días preguntándome si he conseguido convertirme en una mejor persona –sea lo que sea que eso signifique– a lo largo del tiempo o sólo he ido retrocediendo. ¿Retroceder a dónde? ¿Era todo un camino progresivo y lineal? Yo tampoco sé. Si es verdad que tengo una sensibilidad distinta a la de tiempo atrás y una capacidad emocional, o una manera de interactuar con otros seres humanos, o de pensar, tal vez creencias diferentes a la que tuve cuando todavía no entendía algunas cosas, ¿eso es crecer? Porque a veces se siente como si una persona que fui hubiera muerto y no quedaran más que un par de cosas, cada vez más pequeñitas.
Ahora mismo hasta podría parecer que estoy citando (mal) a un montón de personas, pero probablemente no soy mucho más que eso.
Si me permiten una confesión, sin ánimos de herir a nadie, quisiera hablar de gente a la que he amado por mucho tiempo, con la que me he reído a lo largo de los años, con quien he crecido y a quienes he abrazado tanto que parece que una parte se ha fundido y hecho parte de mí misma; pero ahora su propio proceso pareciera haberle llevado a una faceta que recuerda a alguien que ya fue antes, y a quien por cierto quise pero justo ahora, en este momento y siendo esta versión de mí, casi no logro soportar. ¿Eso qué dice de mi? ¿Tendría que decir algo?
He estado pensando mucho sobre este extraño sentimiento y preguntándome si es una de las consecuencias de aquello todavía más extraño a lo que llamamos «crecer», o sólo soy yo una vez más pensando de manera ociosa y parasitaria.